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Pensar la economía popular en Venezuela. Cinco miradas inconclusas (página 2)




Enviado por C�sar Barrantes



Partes: 1, 2

En el transcurso de los años "70 el SIU fue considerado
ya no sector productivo si no sector
social[3] pero sin dejar de ser
funcionalizado al desarrollo
industrialista, a la modernización, dualización y
posterior segmentación de los mercados, a la
heterogeneidad tecnológica y estructural y a la
acumulación del capital
(Carbonetto y otros 1985; Pérez Sáinz 1991). Por su
medio se intentó ubicar a las unidades económicas
populares en una sociedad
dividida en dos sectores invariantes: el público y el
privado[4], lo cual implicó
obviar las prácticas del poder que
determinan la gravitación del interés
corporatista y de los medios de
difusión masiva en los ámbitos del estado, la
sociedad civil
y  la nación.
Como consecuencia, el SIU fue definido no por lo que es y
tiene
, sino, por lo que no es: lo no estructurado, lo
no formal, lo no rentable, lo no estético, lo no legal, lo
no legítimo; y por lo que no tiene: capital,
razón, organización, educación y, antes de
El Otro Sendero (De Soto l987), espíritu
neolibreempresarial.

Se entiende, por lo tanto, la negatividad asignada, por un
lado, a los adjetivos marginal, informal e ilegal endilgados al
60% y 80% de nuestras poblaciones latinoamericanas y
caribeñas que constituyen relaciones sociales diferentes y
relativamente autónomas del modo de producción dominante y, por otro, a sus
heterogéneos modos de vivir, pensar y hacer economía, política y cultura a los
que se les niega el derecho a la legalidad
porque, al no caber en las predefiniciones de lo público y
lo privado, son reputados como clandestinos, subterráneos y, por lo tanto,
potencialmente alteradores del orden vigente.

1.1) EL TERCER SECTOR DE LA ECONOMÍA

A propósito del sentido anterior pero sin descartar la
vocación electoral de los partidos
políticos, en diversos momentos de la historia reciente de
América
Latina tomaron cuerpo algunas propuestas que no abandonaron
los enfoques convencionales sobre la sociedad vista desde la
economía. Prejuzgando que ésta es un sistema compuesto
por los sectores público y privado, intentaron crear un
tercer sector económico el cual se ubicaría a
prudente distancia del estatismo comunistizante y el capitalismo
liberalizante, como condición de la democratización
del capital, la propiedad y la
gestión, autónoma o cotutelada por
gobiernos y empresarios, del desarrollo
económico[5].

Tales son la cogestión socialdemócrata, cuyo
desiderato es la democracia
social, económica y política, y la
autogestión socialcristiana, que ve en dicho sector los
gérmenes de una sociedad comunitaria-solidaria, las cuales
se encuentran emparentadas con las siguientes experiencias:

a)  El Solidarismo: de raigambre vaticana,
nació en Costa Rica
(Martén 1961) entreverada a la revolución
socialdemócrata de 1948 y hoy de gran aceptación
obrero-patronal por su tesis del
desarrollo económico, democrático y solidario sobre
la base de una armonía de clases con sentidos eclesiales,
antisindicales y anticomunistas y la socialización entre los trabajadores de un
minoritario número de acciones en
algunas empresas.
b) El fracasado Anteproyecto de Ley de
creación del Sector de Economía Laboral
(SEL):
bajo la consigna socialdemócrata de hacer de Costa Rica un
país de propietarios y no de proletarios, entre  l977
y 1986 pugnó por la creación del tercer sector de
la economía fuertemente anillado a los circuitos de
acumulación del estado; los propietarios del SEL
serían los trabajadores mediante la capitalización
e inversión de las prestaciones
sociales a través de la banca
nacionalizada. c) El Sector Social Productivo:
adscrito a la Vicepresidencia de la
República de Costa Rica, mediante el cual el gobierno
socialcristiano (1990-1994) sustituyó la propuesta del
SEL. d) El Programa Nacional
de Microempresas
Urbanas
(SIMME): adscrito a la Vicepresidencia de la
República de Guatemala,
para la cual el SIU es el Tercer Sector de la Economía
guatemalteca. e) El Sector Social de la Economía
de México
: creado en 1983 mediante el Artículo
25 de la Constitución mexicana). f) La
Economía So
cial: tesis del liberalismo
constructivo (Colombia) y el
aprismo (Perú). g) El Sector de Economía
del Trabajo:

esta propuesta, desarrollada en especial por la
Confederación de Cooperativas y
Mutuales de Trabajadores, la Confederación Latinoamericana
de Trabajadores y la Academia de Humanismo
Cristiano de Chile a través de su Programa de
Economía del Trabajo, está imbricada a la
economía social autogestionaria integrada por
cooperativas, mutuales, cajas de ahorro,
empresas comunitarias y de propiedad social de los países
andinos.

Como la misma nomenclatura lo
explicita, a dichos sectores y economías se les asignan
por lo general rasgos autogestionarios, cooperativos y
modalidades de producción comunitaria que excluyen o
diluyen al SIU y difuminan lo-popular en tanto constitutivo de la
categoría pueblo. Completando la ambigüedad
existente, veamos la terminología oficial seguida en
Venezuela para
referirse a dicha materia.

1.2) LAS ORGANIZACIONES
ECONÓMICAS DE BASE

Estudiadas en Centroamérica (Santos de Moráis
1978) en los años "70 y en Suramérica,
especialmente por la Academia de Humanismo Cristiano de Chile,
desde los "80, las organizaciones económicas de base fue
el nombre que en Venezuela se le dio a
aquellas[6] denominadas en otros
países organizaciones económicas populares (Chile),
organizaciones sociales de barrio (Perú), organizaciones
solidarias de desempleados (Brasil) y nuevas
sociedades de
fomento (Argentina); asimismo, empresas comunitarias (Colombia, y
Costa Rica desde inicios de los "70) y empresas asociativas
(Costa Rica desde inicios del decenio de los "70; Venezuela desde
1986-87).

Según Razeto (1985),  son organizaciones que
producen servicios e
ingreso para los más pobres mediante estrategias de
producción y comercio
autogestionario de víveres, infraestructura, vivienda,
bolsas comunales de trabajo, talleres de primeros
auxilios y educación popular. Son parte de los sujetos
irredentos y portadoras de empresarialidad popular y de
valores
cooperativos, comunitarios y solidarios y capacidades
organizativas y de gestión. En fin, son un potencial para
democratizar y descentralizar el mercado, la
economía y la política, para mejorar la calidad de
vida y difundir conocimientos prácticos para la toma
asertiva de decisiones.

1.3) LA ECONOMÍA ASOCIATIVA

Para Pereira (l988) es la variable explicativa del Tercer
Sector de la Economía: la Economía Social, que
propuso crear para la producción con tecnología apropiada
de bienes y
servicios comerciados mediante cadenas de producción,
distribución y consumo para
pobres.

Inspirado en Razeto (1985), la unidad de análisis de Pereira es una imprecisa
empresa
asociativa o cooperativa
cogestora, accionaria o autogestora comunitaria cuyo objetivo es la
producción colectiva para la solución de problemas
comunes: una racionalidad ajena al beneficio económico en
la producción, el trabajo, la
asignación de recursos y la
acumulación de capital, como opción al liberalismo
y el comunismo.

1.4) LA ECONOMÍA SOLIDARIA

La solidaridad
social es un término de la ética
socialcristiana en torno a la cual
gira el actual gobierno del presidente Caldera. Su
cristalización más atinente para nuestros efectos,
la encontramos en la puesta en marcha de una política
económica cuya meta prioritaria es la siguiente:

"La lucha contra la pobreza…no
reduciéndola…al subsidio de los…marginales al cual
tienen…derecho como consecuencia del derecho a la vida, sino
construyendo una economía sana dentro de la cual no tengan
cabida el excesivo desempleo, la
remuneración insuficiente y las situaciones de miseria."
(Caldera 1993:18).

Y, como consecuencia del postulado anterior, la
activación inmediata de fuentes de
empleo
mediante la creación de tres grandes Programas
Solidarios de corte compensatorio: Fomento al Sector de la
Economía Solidaria, Viviendas de Interés Social y
Reactivación de la Pequeña y Mediana Industria. El
primero[7], tuvo los siguientes
objetivos
iniciales (MINFOM 1994):

"GENERALES: 1) Promover un Sistema de Abastecimiento
Solidario para la distribución de alimentos y
medicinas a menores precios
mediante la
organización social. 2) Crear y fortalecer empresas
solidarias en los sectores de menores ingresos mediante
un sistema de capacitación masiva en gestión.
ESPECÍFICOS: 1.1) Fortalecer el Sistema de Abastecimiento
Solidario existente gestionado por empresas y organizaciones de
carácter asociativo, así como la
constitución e incorporación  al Sistema de
nuevas empresas y organizaciones comunitarias otorgando
asistencia técnica y financiamiento. 1.2) Asesorar y dar asistencia
técnica a entidades públicas y privadas en el campo
del Abastecimiento Solidario. 1.3) Promover acuerdos y mecanismos
que acerquen a productores y consumidores. 2.1) Desarrollar
actividades de capacitación masiva en gestión de
empresas solidarias en los sectores populares
estratégicos. 2.2) Brindar apoyo crediticio a la
formación de empresas solidarias. 2.3) Capacitar y
promover la formación de asistencia técnica capaces
de apoyar a las empresas solidarias en su proceso de
desarrollo."

Dicho Programa está integrado por tres Subprogramas:
Abastecimiento Solidario (ferias de consumo familiar, puntos de
abastecimiento masivo, puntos de venta
dominicales, centros de suministro a bodegueros y farmacias
sociocomunitarias), Empresas de Solidaridad (capacitación
masiva de gestión, empresas comunales de servicios,
construcción y de asistencia a empresas) y
Promoción y Supervisión de Organizaciones Civiles de
Desarrollo
Social (promoción y asistencia técnica,
activación del voluntariado juvenil, financiamiento,
divulgación, y coordinación de redes sociales).

Mediante el Fomento a la Economía Solidaria se procura
desarrollar como política de Estado los mecanismos de
abastecimiento alimentario masivo a los que el gobierno anterior
no dio prioridad
estratégica[8] y diferenciar
la gestión actual de las distorciones e ineficiencias que
caracterizaron la práctica del gobierno de Carlos
Andrés Pérez.

II) LA
ECONOMÍA POPULAR. UNA APROXIMACIÓN CONCEPTUAL

Economía Popular es un término de reciente data
en Venezuela. Las preguntas generadoras de su problemática
teórica y empírica (Qué es?. Cómo se
constituye?. Dónde está?. Cuál es su
importancia?. Quiénes la integran?. Cómo se
relaciona con la sociedad, el sistema de producción, la
nación
y el Estado?)
comenzaron a tener sentido a fines de los años "80 cuando
eran innegables los brutales impactos de la crisis
sistémica provocada por el endeudamiento externo, el
agotamiento del modelo
sustitutivo de importaciones y
la descomposición del ensayo
republicano puesto en marcha luego del derrocamiento de la
dictadura de
Pérez Jiménez[9].

Aquellas preguntas obtuvieron diversos intentos de respuestas
dentro del marco de la asistencia técnica del PNUD, pero
sólo dos nos parecen relevantes para los efectos de
nuestra comunicación, no obstante que no tuvieron
aplicaciones empíricas ni desarrollos investigativos ni
teóricos: a) La construcción de comunidades urbanas
de producción de bienes y servicios cuyo objetivo
sería no sólo el abaratamiento del costo de la
reproducción de la fuerza de
trabajo, sino, la circulación ampliada de las ganancias
con costos
competitivos. Los barrios y localidades quedarían
conectados a un proceso productivo desconcentrado, pero altamente
integrado y motorizado por el capital industrial y financiero,
mediante avanzadas tecnologías de procesos,
organización, telematización y mercadotecnia
comercial y social masmediática.  b) Estudiar las
cadenas de producción, circulación y consumo de
bienes y servicios locales y regionales, lo cual implicaba abrir
una nueva vía al esfuerzo oficial y civil por conocer y
potenciar el desarrollo socioeconómico de los circuitos
económicos populares y sus articulaciones
con el denominado sector moderno.

Dichas respuestas no superaron la siguiente triada: 1) El
enfoque de la Superación de la Pobreza y la
consigna de la Deuda Social de los organismos multilaterales. 2)
Los abordajes institucionales, academicistas y economicistas y
sus versiones reduccionistas que sesgan e impiden aprehender y
potenciar la especificidad, significado y movimiento
interno de lo-social y, por ende, de la Economía Popular.
3) Los seculares abordajes dualistas, formalistas y
cuantitativistas del denominado SIU, más preocupados por
medir, controlar y tipologizar[10]
lo dado que en el cómo-pensar la Economía
Popular de la cual aquél es, apenas, la punta del
"iceberg".

En consecuencia, las investigaciones
realizadas han relevado las capacidades individuales de los
pobres para ingeniar estrategias de sobrevivencia y actividades
microempresariales, pero sin referencia por lo general a las
redes de solidaridad familiar y
barrial[11], a la tensión
dinámica de las articulaciones entre los
espacios territorial y económico, ni al papel del estado
tanto en la constitución de segmentos del mercado para la
producción a pequeña y microescala como en la
integración selectiva de la sociedad con la
Economía Popular. Es la razón por la que el
conocimiento
de ésta es aún incipiente y necesitado de
propuestas alternativas.

En este sentido, nuestro enfoque trasdisciplinar con
perspectiva sociopolítica de la ciencia y
de lo real[12], nos concita una
pretensión diferente: pensar en voz alta, pero no a partir
del qué-pensar definitorio de la razón
ordenadora de lo dado, sino, del cómo-pensar desde
el aquí y ahora de nuestra configuración
históricosocial concreta, la apertura hacia uno de los
nuevos ámbitos objeto de la acción
del estado y algunos de los sectores mejor organizados de la
sociedad venezolana en este largo periodo de transición
sistémica no resuelta: la Economía Popular.

Nuestro cómo-pensar
histórico-político (Zemelman 1995) tiene tres
exigencias problematizadoras, a saber: 1) Afirmar la necesidad de
los sujetos[13] individuales y
colectivos =entre éstos los que encarnan la
Economía Popular= de agregarle valor a la
realidad social mediante la apropiación de los dinamismos
que les es posible simbolizar, potenciar y crear desde sus
prácticas cotidianas[14]. 2)
Pensar la Economía Popular y lo-popular mismo desde las
prácticas heterogéneas de los sujetos constitutivos
de la categoría pueblo y abrir la posibilidad =
utópica mas no por ello irreal o inalcanzable= de encarnar
un proyecto nacional
que, permitiendo la diferencia, guíe las tareas deseables,
posibles y necesarias para la sociedad considerada en su conjunto
más inclusivo. 3) Superar las visiones reduccionistas
basadas en enfoques doctrinarios y disciplinarios de corte
empirista, legalista, urbanista y productivista dentro de las
cuales se excluye o se diluye el carácter comprehensivo y
sustantivo de la categoría pueblo.

Planteado lo anterior, corresponde hacer en el
heterogéneo e inagotable sistema de relaciones sociales
que configuran la sociedad
venezolana[15], un corte imaginario
e inédito que nos sirva de puerta de entrada al
conocimiento del modo en que los agrupamientos populares viven,
piensan, sienten y hacen economía, política y
cultura en su ámbito constituyente: la Economía
Popular.

1)  Una Primera Mirada al interior de la
Economía Popular nos indica lo siguiente: ésta no
está reducida a una locación geoespacial
específica (vgr. las denominadas zonas marginales, lo
urbano, lo rural, lo local, lo micro), sino que se encuentra
múltiplemente inscrita y diseminada también en el
entramado político, ideológico, simbólico,
imaginario, económico, jurídico y cultural
venezolano. Contiene, por lo tanto, dimensiones más
sistémicas en los ámbitos microespaciales y
macrosituacionales de lo que los políticos,
académicos y tecnócratas podrían aceptar
aún con base en investigaciones
trasdisciplinarias[16]

En tal sentido, la Economía Popular define una
región específica del conjunto de relaciones de
nuestra configuración societal. Una dimensión
múltiplemente determinada que lleva la impronta de la
quiebra de las
conexiones de interdependencia y antagonismo entre la ciudad y el
campo, pero sin que por ello su carácter alternativo se
nos presente como necesario. Esto por cuanto sus dinamismos no
están prescritos y no se agotan ni en lo-popular ni en las
esferas aisladas de la solidaridad, la fraternidad, el
asociacionismo, la autogestión, la subsistencia, la
urbanidad ni de la ruralidad. Al contrario, sus movimientos
específicos son expresión de incesantes
prácticas constitutivas del inagotable mundo de vida,
concreto pero
a la vez universal, de lo-popular cuyas articulaciones consigo
mismo, con lo local, lo regional, lo nacional, lo extranjero y lo
trasnacional no se puede afirmar que son inmutables.

A propósito de lo anterior, constelaciones
heterogéneas de sujetos rurales y urbanos dinamizan
procesos de intercambio de satisfactores a través de
múltiples mediaciones[17]
con instituciones
estatales y civiles, organizaciones de representación
política, sindical, gremial y vecinal, y con otros sujetos
individuales, grupales y colectivos =clases
sociales inclusive= que también crean sus realidades,
luchan por detentar el poder de los códigos, del producto de
sus propias decisiones y, por ende, de su futuro.

Dichas relaciones =no siempre fraternas ni solidarias pero
siempre generadoras de gratificaciones de muy diversa calidad y
sentido= están interpeladas por el carácter
tensional no resuelto de nuestra matriz o
configuración ideológico-cultural, imaginaria y
simbólica, cuya unidad y coherencia, diversidad y
heterogeneidad no son evidentes ni siempre se nos presentan como
ineluctables. Es la razón por la cual los diversos
sentidos, significados, espesores, tiempos y espacios de los
macro y microprocesos de los cuales aquella matriz es productora
y producto, median a la vez que son mediados por los
ámbitos privados, cotidianos y públicos del estado
y la sociedad civil a través de los cuales los sujetos de
la Economía Popular realizan múltiples inserciones
en la realidad que los constituye y determina pero que ellos a su
vez construyen y resignifican diferencialmente.

Es así como =nos parece= se ordenan y potencian de
maneras siempre inéditas las fortalezas, debilidades,
oportunidades y amenazas de los modos en que los agrupamientos
especialmente populares viven, sienten, piensan y practican sus
luchas por lo siguiente: la construcción-producción
de su realidad social; la apropiación del futuro, del
producto social y de los frutos del progreso científico;
la producción, distribución, consumo y
agregación de valor a los bienes tangibles e intangibles
de cambio y de
uso; la reproducción ampliada de la vida individual,
familiar, grupal y colectiva; la revaloración de los
fondos de trabajo domésticos y mercantiles; el
redespliegue de capacidades y destrezas mediante organizaciones
espontáneas, reivindicativas y propositivas dentro de las
cuales están las redes de solidaridad familiar, vecinal y
local, las estrategias de sobrevivencia, la producción a
pequeña y microescala y los movimientos vinculados a
proyectos
tendencialmente autogestionarios; finalmente, la solución
de los problemas de la convivencia social, de la inflación
y de la inseguridad
jurídica, personal, social
y ecosistémica.

2)  Una Segunda Mirada, nos da cuenta del
carácter híbrido (García Canclini 1990;
!993) y heterogéneo de nuestra configuración
ideológico-cultural, imaginaria y simbólica la
cual, si bien dificulta la sedimentación histórica
y el piso de nuestra existencia social (Quijano 1988:21) no por
ello las diversidades y sincretismos de sus formas, contenidos,
niveles, espesores, tiempos y espacios dejan de delimitar y
potenciar ambiguamente nuestros campos
significantes[18]ni dejan de tener
traducciones específicas y genéricas en la
Economía Popular.

Entre las traducciones específicas, que nos remiten a
los dinamismos internos de este ámbito constituyente de
los agrupamientos populares, encontramos los convenimientos
interindividuales, interfamiliares, intergrupales e
intercomunitarios de muy diversos tipos: formales y no formales;
legales, no legales e ilegales; salariales y de trueque;
selectivos, integrativos y excluyentes pero también
solidarios y no solidarios; de subordinación,
interdependencia y (sobre)explotación. Entre las
genéricas, que nos reenvían a las articulaciones de
la Economía Popular con otras dimensiones societales,
visualizamos una plétora de prácticas ubicadas en
los entrecruces de los micro y macroprocesos de la
producción, circulación y consumo con el juego de los
poderes, en especial con el denominado sector moderno de la
economía, mediante dispositivos de complementación,
competencia,
explotación, subordinación y exclusión.

A propósito de estos dispositivos (Barrantes 1989a;
1990), la Economía Popular desempeña una
constelación de funciones entre
las cuales las económicas se nos presentan con mayor
evidencia, en especial las siguientes: 1) Intercambia, mediante
mecanismos de rotación de corto, mediano y largo plazo,
grandes cantidades de fuerza de trabajo asalariada y no
asalariada con el denominado sector moderno. 2) Genera mecanismos
de ajuste a las asincronías de la oferta y la
demanda: al
contrario del denominado sector moderno que se ajusta por la
vía del desempleo, la Economía Popular lo hace por
la del ingreso. 3) Dependiendo de las actividades productivas,
provee y compra cantidades importantes de insumos nacionales;
construye, reconstruye y repara activos fijos y
maquinaria; distribuye y consume productos
modernos; produce bienes y presta servicios que responden a
necesidades básicas y a un tipo de demanda que a las
empresas modernas no les interesa satisfacer o porque su escala de
producción les resultaría onerosa; realiza partes
específicas (vgr. textiles) de procesos productivos
desconcentrados, por lo general, mediante relaciones de
subcontratación. 4) Capacita fuerza de trabajo
especialmente joven; genera empleo e ingreso mínimo que
asegura la reproducción de amplios contingentes humanos.
5) produce un plusvalor que no alimenta los circuitos de
acumulación popular, sino que apenas gotea hacia los
grupos en
situación de pobreza crítica
y extrema dado que, paradójicamente y por la lógica
misma del sistema capitalista, aquél se transfiere al
denominado sector moderno de la
economía[19].

Los dinamismos de la Economía Popular perfilan una
necesidad promisoria: la construcción de microrredes de
solidaridad, asociación y cooperación intra e inter
familiares, vecinales y locales como estrategia para
enfrentar con mayor éxito
las restricciones que constriñen su desarrollo. Asimismo,
da cabida a una plétora de iniciativas de
producción y mercadeo a micro
y pequeña escala que se ubican tanto en la esfera de la
pobreza como en la de la reproducción. En la primera
encontramos las microunidades de producción y
estrategias de sobrevivencia
cuyos productos no les permite
reinversión alguna; en la segunda encontramos las
microempresas subordinadas y microempresas
autónomas
que sí ostentan ciertos
márgenes de acumulación, muchas, conteniendo un
potencial productivo e innovativo susceptible de desarrollo no
obstante que, por lo general, al igual que las de sobrevivencia,
ostentan altos costos que no pueden ser cargados al consumidor.

En la intersección de las esferas de la
reproducción y la pobreza, encontramos una
dimensión sociopolítica que nos parece remitir la
Economía Popular al "país nacional", sea, la
comunidad
política o momento de las solidaridades colectivas
resultantes de una creencia generalizada que se yergue sobre la
profunda crisis de la sociedad, el estado, la nación y la
democracia tal cual se practica en Venezuela: la de que no
sólo a pesar, sino, a propósito de la crisis
civilizatoria la gran mayoría de la población ciudadana comparte valores,
experiencias e intereses fundamentales que podrían llegar
a concitar propósitos de aspirar a metas comunes en
conjunción con las instituciones oficiales y civiles.

A propósito de la dimensión sociopolítica
de la Economía Popular, de la crisis sistémica y de
los ideologismos homogenizantes aupados por el estado, se ha
venido poniendo en la escena académica venezolana el
diagnóstico general siguiente:
desnacionalización tendencial y exacerbación de la
ideología neoliberal;
desestructuración política, económica,
social y cultural del panorama nacional; desencanto,
descreimiento y deslegitimación del régimen salido
del Pacto de Punto Fijo; exclusión, fragmentación
sicosocial, pérdida de visión del futuro;
despolitización y despartidización,
compulsión a la búsqueda de soluciones
aisladas, parciales e inmediatas a problemas que son comunes.

La consecuencia que se deriva de tal diagnóstico es la
alienación de la perspectiva histórica y la
mediatización de la necesidad de construir desde las
posicionalidades de la Economía Popular redes
local-nacionales de cooperación, fraternidad y solidaridad
y encarnar cada quien los campos significantes de la
configuración social venezolana.

Al exacerbarse la incertidumbre y desgranarse las
posibilidades de la acción colectiva, el carácter
éticopolítico de ésta viene siendo
mediatizado, al menos, por dos tipos de ideologismos: 1) morales
y místicorreligiosos que espiritualizan las lealtades
terrenales y desplazan la comunidad del nosotros en el
aquí y ahora al plano de los sentimientos teologales entre
creyentes desvinculados de la problemática real. 2)
Participacionistas y empresarialistas mediante los cuales los
gobiernos de turno en conjunción con instituciones
oficiales y civiles intentan introducir, cada uno a su manera y
sin pretenciones de continuidad en el mediano y largo plazo, una
tendencia a la homogenización ilusoria en los procesos
irresistibles de polarización, fragmentación y
exclusión que caracterizan la transición de un modo
de producción centrado en las chimeneas al de uno centrado
en el
conocimiento (Toffler 1990) intensivo.

Mediante estas estrategias =que en modo alguno reputamos como
unidireccionales, automáticas ni perversas= se procura
reasignar identidades, especialmente locales, barriales y
vecinales de corte económico-solidario, laboral,
artístico, artesanal, microempresarial, ecosociales y
ecoturísticas las cuales provocan efectos diferenciales
como los siguientes: obviar, por un lado, las luchas contra la
represión policiacomilitar, la impunidad, el
deterioro de la calidad de vida y la inseguridad individual y
social; y, por otro lado, desactivar las luchas a favor de una
soberanía nacional para sí pero no
xenófoba, de un ejercicio militante de la democracia y de
una modernidad propia
construida como síntesis
plural entre razón histórica y liberación
(Quijano 1988:2). Al mismo tiempo,
mediante procesos de interiorización pletóricos de
resistencias,
aquellas estrategias permean efectos normalizadores de la
violencia
física y
simbólica al inducir, por un lado, conductas de
integración sistémica: moral-prácticas,
estético-expresivas, sicoeconómicas,
ecoturísticas y otras de aceptación conformista,
aunque no siempre acrítica, del funcionamiento general del
capitalismo. Por otro lado, presentan como deseable y hasta
necesario, la asumisión de valores tangibles e intangibles
de cambio y de uso reputados como propios de la vida moderna, en
especial los productos "enlatados" de la industria cultural y
masmediática, a cambio de la degradación y el
desprecio del complejo identitario de la nacionalidad
venezolana y por aquellos que, eventualmente, pudieran hacer
detonar desde abajo y desde adentro, procesos de
integración política y cultural latinoamericana y
caribeña.

Ciertamente, dentro del escenario de la
globalización desnacionalizante, se vienen suscitando
fusiones no
siempre felices en sus manifestaciones más inmediatas; no
obstante, desde la vulnerada y heterogénea vida cotidiana
=que no necesariamente está ayuna de las necesidades de
realidad y de trascendencia=, dichas fusiones abren
también perspectivas promisorias para el estudio
científico-político, ya no sólo desde la
dominación y explotación y sus procesos de legitimación e institucionalización,
sino, también desde la subordinación y
exclusión y sus dispositivos de constitución de
nuevas subjetividades y sensibilidades, de forja de
autonomías y de apropiación de trascendencias,
realidades y sueños.

Esta perspectiva contiene la posibilidad de construir una
síntesis plural no prestablecida de pensamientos fundantes
=quizás no exentos de añoranzas por lo que pudo
haber sido y no fue, por lo que somos y no quisiéramos ser
o por lo que no somos y debiéramos ser= con la
categoría pueblo, la clase
inclusiva, lo grupal operante, el nosotros abierto a otras formas
de fraguar la nación, de resignificar el Continente y
nuestros mundos de vida pero con sentidos distintos a los de los
discursos del
cambio social propios del momento político que se
privilegió a lo largo de América
Latina en los años "60-70.

En el orden de ideas mencionado, algunos autores
continúan llamando la atención sobre las implicaciones alienantes
que entraña la fusión
de aquellos pensamientos fundantes para el(los) modo(s) en que
las clases, especialmente populares, constituyen sus relaciones
sociales e inscriben su propia subjetividad, crítica o no,
en la construcción de su mundo de vida sobre el que
gravitan los procesos irresistibles de la
trasnacionalización y la globalización.

Al contrario de la América Latina de los años
60-70, en la Venezuela de los "80-90 la crisis ética,
económica, política y sicosocial de la cultura
democrática, el fracaso de los proyectos políticos,
la inviabilidad del proyecto nacional-popular autónomo y
el bloqueo de las movilizaciones masivas han puesto sobre la
palestra el sentido fuerte y, muchas veces fortísimo de lo
subjetivo, lo imaginario, lo simbólico, lo valorativo, lo
vital cotidiano, lo fenoménico, lo parcial y lo
discontinuo como constitutivo de la realidad social y, dentro de
ésta, lo real de la Economía Popular.

Estas dimensiones se levantan y, en algunos casos, se
magnifican frente al objetivismo, el esencialismo, el iluminismo
y el holismo de las teorizaciones histórico-deterministas,
en quiebra desde hace varias décadas. Para éstas es
imposible dar cuenta de las potencialidades teóricamente
indeterminadas que, inscritas tanto en la positividad (la
diversidad, la diferencia y la pluralidad) como en la negatividad
(la segmentación, la fragmentación y la
exclusión) de los procesos relacionales, contienen la
posibilidad de que los ámbitos de la política, la
ideología, la cultura y la economía puedan ser
reconstituidos y resignificados por los sujetos que no se sienten
expresados en las prácticas populistas, corporatistas y
clientelares del estado, los partidos, sindicatos y
demás organizaciones de representación y, por ello,
negados en sus necesidades y demandas, en sus deberes, derechos y aspiraciones.

En estas condiciones adquieren sentidos positivo-constructivos
las luchas populares, otrora revolucionarias y hoy reconstituidas
en ingentes esfuerzos barrial-vecinales y comunitarios de
carácter adaptativo, reactivo, reivindicativo y
propositivo no siempre sostenidos, intercomunicados ni
políticamente problematizados, aunque siempre a flor de
piel del
tejido sicosocial. Esto, gracias a que, al contrario de las
discontinuidades de los micro y macroprocesos de
reproducción y revaloración ampliada de la sociedad
y del capital, es decir, entre los espacios y los tiempos vitales
y entre éstos y la concurrencia (macro)económica,
en muchos ámbitos de la Economía Popular, dichos
tiempos y espacios están fusionados de manera
simultánea y funcional a la reproducción
económico-social simple o de sobrevivencia (Darwich
1992).

Aquellos esfuerzos tampoco están necesariamente
interpelados por la macropolítica ni por la macroeconomía, al menos en sus sentidos
fuertes, sino, por una constelación de microsituaciones
interindividuales e intersubjetivas que se articulan más a
los imaginarios sociales y, más profundamente por
múltiples sendas que muchas veces no conducen a
ningún lugar (Heidegger
1962), a la "creación incesante pero esencialmente
indeterminada" (Castoriadis 1975:7); indeterminada porque, pese a
la existencia de una historia explicativa de las obras creadas,
éstas no tienen raíces en el inconciente, no
deducen necesariamente sus orígenes de lo ya conocido, ni
son reflejo de las relaciones con el Otro (Lacan criticando a
Freud, citado
por Brodsky 1983), aunque hay quienes afirman lo contrario desde
otros ángulos de las ciencias
humanas (Zemelman 1995; García Canclini 1988; Marta Sosa
1975).

Es así como los sujetos sociales que nos conciernen
pueden crear representaciones de objetos temporal y espacialmente
distantes y de pensamientos que no tienen presentación
posible porque no siempre son registrados por la conciencia
individual o colectiva, la lógica ordenadora del proceso
de conocimiento, los lenguajes de la modernidad ni por la
organización social de la economía capitalista los
cuales, al pregonar que no hay realidad si ésta no es
atestiguada como verosímil por un consenso entre socios,
dejan a oscuras la abismal distancia existente entre la facultad
de concepción y la capacidad de presentación de
cosas o ideas, lo cual nos refiere a la imposibilidad de dar
cuenta de lo indecible, de "hacer ver que hay cosas e ideas que
se pueden concebir pero que no se pueden ver ni hacer ver"
(Lyotard 1990:21-20. Para una crítica, Follari 1996).

A este respecto, pareciera que nunca podremos estar en
contacto con esencias puras, últimas instancias o
conceptos absolutos porque éstos son algo a lo que
el lenguaje no
podría llegar en virtud de que cada término
contiene una zona desde la que no se puede apuntar directamente a
un referente completamente definido y nítido; todo
término presenta siempre, en algún momento, una
ambigüedad que se difiere hacia otros que no están
preconstituidos. El lenguaje, todo
constructo o configuración discursiva es un producto
societal por excelencia capaz de articular y redefinir
oposiciones, desdoblamientos y diferencias de forma tal que es un
proceso muy complejo y prácticamente inagotable de
representaciones y producción de imágenes
las cuales, consistentemente o no, pretenden organizar los
significados y sentidos de la materialidad simbolizaba. Al no
estar referido a la gramática ni a la sintaxis ni a un texto en
sentido literario, lo-discursivo es la condición misma de
toda practica social: la historia y la sociedad son,
consecuentemente, valga la metáfora, un texto inagotable
(Laclau 1985; 1993) cuya lectura y
realización de sentidos está implicada en la
invención de realidades que teniendo poco de
realidad
y sí mucho de intuiciones,
ecos, sombras, espectros, sentimientos estéticos,
elevaciones místicas, intensidades eróticas,
fantasías y sueños, median las vinculaciones de los
sujetos de la Economía Popular entre sí al mismo
tiempo que realizan inserciones múltiples en realidades
diferentes.

En este modo de inserciones plurales se combinan diferentes
órdenes discursivos tales como el de la
representación, el de la acción, el de lo
inédito, el de la repetición, el de la mirada, el
del sentido, el de la intencionalidad, el de la causalidad, el de
la necesidad, el de la demanda, el de la espera, el de la memoria y
el de la libertad, sin
dejar de lado, el discurso del
poder, con máscara y sin ésta al decir de Britto
García (1988; 1993). Estos nos remiten a la propia
condición o realidad humana (Arendt 1974), al hombre que es
hijo del hombre (Sartre citado
por de Beauvoir 1982) cuya obra sólo puede ser tematizada
posteriormente a la existencia misma del ser y al hecho de estar
éste ya metido existencialmente en la trama social
(Heidegger 1962), pero no por una elección racional, sino,
simplemente porque estamos en el lugar en que estamos ya sea
porque allí fuimos a parar o porque allí fuimos
lanzados. Y es bajo las circunstancias que nos son dadas como
conditio sine qua non y como naturaleza
intrínseca, que nos vemos interpelados por la responsabilidad de recusar o convalidar la
decisión colectiva, de asumir el reto de decidir y escoger
en busca de una buena vida (Heller 1995), la que nuestros
trabajos y puntos de encuentro siempre inestables con el Otro,
nos permiten crear. Asimismo, evocando a Barthes (1980), aquellos
órdenes discursivos nos renvían al desgarre
simbólico provocado por la incompletud suscitada por la
incesante fuga de la instancia última =la del Origen y la
del Juicio Final= del hombre; pero también nos remiten a
los dinamismos de los espacios en blanco y puntos borrosos que
escapan o quedan parcial, imperfecta o malamente cubiertos por lo
que nos parecen ser dos prácticas de la muerte del
sujeto (Lanz 1993; Follari 1996) y del fin de la historia
(Fukuyama 1991; Frank 1990) proclamadas por algunos
posmodernistas y neoconservadores: la del sentido banal y la del
lenguaje que manda, codifica, cosifica y pulveriza.

Mediados por los procesos anteriores, los sujetos sociales, en
especial los que encarnan la Economía Popular, imprimen el
ideal de su ser y su ser ideal en sus ámbitos
constituyentes, potenciando con ello la conjugación de lo
histórico en lo individual y de lo individual en lo
histórico; asimismo, desde las posicionalidades y
circunstancias que sean, podrían suscitar la
deslegitimación del estado de derecho y permitir o no
ciertos estilos de legitimidad pero no ya desde dispositivos
económicos y políticos de gobierno, partido,
sindicato o
corporación empresarial y sus fundaciones civiles sin
fines de lucro pero fundamentalmente sin fines de pérdida,
sino, desde las microescenas de la vida cotidiana ahora
interpelada por el discurso tácticamente polivalente de la
libreempresa antiestatalista interesada, al menos, en lo
siguiente: el apuntalamiento de la privatización del estado, la
liberación y apertura económica, la
moleculización de los espacios públicos estatales y
civiles, la organización de la vida íntima y
familiar en torno a procesos desconcentrados de producción
de manufacturas, y la constitución de barrios y
localidades en comunidades de consumidores "soberanos" en aras de
un ejercicio irreverente de la libertad de comercio y de
conocimiento.

3)  Una Tercera Mirada, nos remite, a
propósito de este último punto, a las relaciones
=heterogéneas tanto en los sentidos como
en los significados, en los tiempos como en los espacios, en las
formas como en los contenidos= entre el campo y la ciudad como
una realidad abandonada y expoliada que subyace a la
problemática humano social de la Economía
Popular.

El veintenio "80-90 de América Latina y el Caribe es
testigo de que las relaciones rururbanas se han venido
modificando y diversificando pero, fundamentalmente,
profundizando y estrechando en la dialéctica del
desarrollo del capitalismo en la periferia. En consecuencia, no
puede afirmarse que las formas individuales y colectivas
artesanales, pequeño y microproductivas y de
autosuficiencia del campo y la ciudad puedan existir, al menos de
manera relevante[20] =tal y como se
hizo en los términos económicosociales de los
años 50-60= al margen de las cadenas de producción
industriales, agroindustriales y extractivas y de los circuitos
comerciales nacionales y trasnacionales.

Si bien dichas formas productivas fueron originalmente
precapitalistas, en la actualidad, al influjo de la
penetración y desarrollo del capitalismo en los campos y
las ciudades de nuestros países latinoamericanos y
caribeños, dichas formas y el conjunto de relaciones
sociales que les dio significado, vienen sufriendo procesos de
desintegración, reconstitución,
resignificación y rearticulación diferenciales =no
exentos de movimientos de resistencia no
siempre silenciosos, no siempre propositivos y no siempre
sostenidos= al sistema capitalista local y planetario.

Lo anterior no significa que la plétora de micro y
pequeños empresarios, productores, artesanos y
cuentapropias del campo y la ciudad =a los cuales de manera
irreversible les fueron modificadas, parcial pero profundamente,
sus relaciones sociales originarias= esté pasando, haya
pasado o que pasará a formar parte del sistema
hegemónico de gratificaciones. Esto, por cuanto la
preocupación básica del capital y sus diversas
modalidades es asegurar la reproducción de la fuerza de
trabajo que le es absolutamente necesaria, en tanto valor de
cambio, para su propia revaloración (Topalov 1979). En
otras palabras, porque la lógica general de funcionamiento
de nuestras sociedades tiene como característica
estructural la exclusión (Tokman 1987; Sonntag 1988).

Mucho menos aquella plétora social pasa a formar parte
de los selectos círculos políticos, culturales y
empresariales modernos en virtud de lo siguiente: Su capital
originario: social, económico, cultural, político e
ideológico fue mutilado diferencialmente de sus bases de
reproducción durante el proceso inintencional de
construcción-destrucción-reconstitución-resignificación-refuncionación
de sus patrones y espacios de relacionamiento, agrupamiento y de
poder, así como de sus registros
imaginarios y simbólicos de la realidad social. El nuevo
sistema hegemónico, que pareció que iba a
"capitalistizar" y homogenizar a imagen y
semejanza de las economías centrales a las sociedades
latinoamericanas y caribeñas y, con ellas, a la sociedad
venezolana, se realiza de manera cualitativamente distinta a la
versión eurocéntrica (Evers 1979:39-46) no
sólo a pesar, sino, a propósito de la ya
veinteañera crisis estructural y por los cambios
diferenciales de los patrones, universos y registros siguientes:
intra e intersubjetivos, institucionales, valorativos, de
agrupamiento social y de configuración de los poderes
locales, regionales, nacionales y mundiales implicados en dicha
crisis.

Entonces, la rearticulación diferencial de las formas
de producción no hegemónicas, de los sistemas de
relaciones sociales y de los actores-sujetos que las constituyen,
significa que éstos y aquéllas están siendo
funcionalmente desarticulados, reconstituídos,
reintegrados y resignificados "por debajo" y "por afuera" de la
matriz =que no acaba de descomponerse ni de reconstituirse= de
necesidades de reproducción del sistema capitalista
venezolano con exclusión selectiva de las necesidades de
las clases subalternas.

4)  UnaCuarta Mirada, nos permite
poner en escena la problemática de las articulaciones de
las agencias oficiales centralizadas y descentralizadas con las
organizaciones a las que viene siendo reducida la sociedad civil
=las llamadas, más por persistencia que por pertinencia,
no gubernamentales, que no son necesariamente populares= con los
momentos co-constitutivos de nuestra sociedad en la
Economía Popular. Estas articulaciones constituyen una de
las "arenas" políticas
de mayor relevancia en el actual periodo histórico
latinoamericano y caribeño en la que está implicada
la redefinición y ampliación de lo-público
=el espacio de aparición de la política en tanto
acción no reductible a sus causas y no previsible en sus
consecuencias  (Arendt citada por Hilb, comp. 1994:1-29)
como inagotable mediación entre los intereses generales,
particulares y singulares de las instituciones (vgr., estado,
mercado, empresa, familia), las
organizaciones corporativas, gubernamentales y civiles y entre
éstas, los ámbitos de la  vida cotidiana y los
fueros íntimos de la vida privada.

Aquellas articulaciones, signadas por la furia
neolibreempresarial, la descentralización
político-administrativa y la privatización, son
testigos de la eclosión de una constelación de
entidades públicas de carácter civil =algunas de
las cuales en algunos países son verdaderos grupos de
poder y de presión y
brazos civiles de grupos de poder nacionales y trasnacionales= y
del aumento de su influencia en la Economía Popular.

Si bien este poder debe seguir siendo potenciado, no por ello
se debe dejar de llamar la atención sobre las
implicaciones que puede tener la tendencia a la
sobreponderación del justo papel que les corresponde jugar
a aquéllas en tanto potenciadoras de procesos
tendencialmente plurales y democráticos. Traspasados los
límites
de lo justo-necesario, la mediación se torna
mediatizadora: el interés corporatista priva sobre el
interés general. Este comienza a ser visto a través
de la lucha por la sobrevivencia de las propias organizaciones y
por la apropiación de los recursos de poder, en especial
financieros, del estado y de los organismos internacionales y
multilaterales. En aras de asegurarse el incremento de variables de
libertad, comienzan a acusar al estado de querer imponerles
funciones meramente instrumentales al mismo tiempo que ocultan su
interés por la utilización de sus recursos de
poder, especialmente financieros, para sus propios intereses, por
más loables y sin fines de lucro que éstos
sean.

La tentación corporatista conlleva la opción de
"clasemediatizar" o anillar por arriba el desarrollo promisorio
del movimiento que debe fraguarse desde abajo y desde adentro de
los movimientos y organizaciones económicas,
políticas y culturales reales y virtuales que encarnan la
Economía Popular[21].

5)  Finalmente, una Quinta  Mirada nos
permite, en un contexto de agonía transicional no resuelta
hacia una nueva configuración societal de la que no se
sabe qué de nuevo ni qué de viejo la
caracterizará, focalizar al estado en sus intentos por
redimensionar su papel de imperativo y, otrora indiscutido
satisfactor y creador de carencias, aspiraciones, demandas e
intereses de los diversos agrupamientos sociales y del sistema
político y social.

Es en este punto en que se encuadran tanto los
heterogéneos y contradictorios sentidos y significados
como las fortalezas y debilidades del papel que juega el estado
en la reconstrucción y reconducción =actualmente
compartida con organizaciones público-civiles de corte
empresarial, cooperativo, eclesial, académico y otras sin
fines de lucro pero sin fines de pérdidas= de sus
multidimensionales relaciones con la sociedad y la nación
a la que pertenece.

En el ámbito de la Economía Popular y en el
ancho y heterogéneo campo de la política
social, el estado venezolano se encuentra compitiendo por la
autoridad
ética, política e intelectual con otros actores
sociopolíticos y económicos por la
asignación de funciones y, por ende, de identidades
posibles y necesarias con el instrumento idóneo que tiene
más a mano para su relegitimación: el financiero.
En este sentido, contrata a una pluralidad de organizaciones, por
lo general no populares y algunas de ellas francamente
antiestatales y antigubernamentales, para que, en su nombre y en
el de la nación y la sociedad a la que él
pertenece, constituyan, dentro de ciertos márgenes de
libertad, a veces expandibles en beneficio del interés
particular, agentes económicos microempresariales mediante
la prestación de servicios de crédito, capacitación, asistencia
técnica e información en la producción y
mercadeo de valores tangibles e intangibles finales e
intermedios.

La experiencia del último decenio demuestra que, no
obstante la insuficiencia, ineficiencia e inadecuación
generalizada de los servicios civiles y gubernamentales recibidos
por la Economía Popular =que no siempre son los mismos que
se postulan en su nombre ni en el de los sujetos que la encarnan=
las acciones del estado en dicho ámbito ostentan un saldo
positivo si nos atenemos tanto al alto costo de la
inversión inicial cuya tasa de retorno aún no es
posible cuantificar ni cualificar, como a la cobertura alcanzada,
a la eficacia
direccional mantenida y al largo y difícil trayecto que
aún falta por recorrer. Pero el reto está
planteado. El estatuto rectoral del estado en el ámbito de
la producción y apropiación de la realidad
históricosocial por parte de los sujetos individuales y
colectivos que encarnan la Economía Popular,
continúa esperando a que aquél pueda llegar a
sustentar enfoques amplios y no dogmáticos así como
potentes tecnologías organizacionales para la
producción de impactos sostenidos y efectos
multiplicadores en el desarrollo de la Economía Popular.
Asimismo, a constituir el apoyo a ésta en una
POLÍTICA SOCIAL INTEGRAL ORGÁNICA DE
ESTADO.

Dichos enfoques y tecnologías y esta política
podrían permitir al estado, y a la sociedad-nación
a la que él pertenece, codificar, sistematizar y,
finalmente, forjar-configurar colectivamente una "matriz"
societal de producción, circulación y consumo de
valores éticos, jurídicos, políticos,
culturales y económicos sobre los cuales se fundamente un
DESARROLLO INTEGRAL socialmente rentable,
económicamente productivo, sociopolíticamente
conducido y, fundamentalmente, solidario y democrático
para la sociedad venezolana considerada en su conjunto más
inclusivo.

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EDUCA-FLACSO. San José.

77. ZEMELMAN, Hugo (Coord. 1995): Determinismos y
Alternativas en las Ciencias Sociales de América
Latina.
UNAM-Editorial
"Nueva Sociedad". Caracas.

 

 

 

 

 

Autor:

César A. Barrantes A.

Estudios de licenciatura en trabajo social en la Universidad
de Costa Rica, de maestría en planificación del desarrollo,
mención política social, y de doctorado en estudios
del desarrollo en el CENDES-UCV. Exprofesor asociado de la
Universidad de Costa Rica. Desde 1989 es profesor
investigador de grado y posgrado de la Universidad Central de
Venezuela en planificación social, análisis de
políticas y programas sociales, estado y sociedad. 
En la Escuela de Trabajo Social de esta última es
coordinador de la Comisión de Investigación.
Investigador adscrito al SPI-CONICIT y al PEI-UCV. Ha sido
consultor de entidades oficiales y civiles en Nicaragua, Costa
Rica y Venezuela. Actualmente es profesor invitado de la
Maestría en Intervención Social de la Universidad
del Zulia en donde imparte el curso "Estado y Política
Social". Algunos de sus trabajos han sido publicados en Costa
Rica, Venezuela y España.

[1] La primera fase, realizada
con el financiamiento de la Fundación "Escuela de Gerencia
Social" y el Fondo de Cooperación y Financiamiento de
Empresas Asociativas (FONCOFIN); la segunda, en curso, financiada
por el Consejo de Desarrollo Científico y
Humanístico de la Universidad Central de Venezuela.

[2] Sociopolítica porque
es en las relaciones de poder entre actores-sujetos individuales,
colectivos y jurídico-institucionales y la manera de 
antagonizar, dominar y convencerse unos a otros donde encontramos
el punto de partida para abordar la cuestión del modo en
que los contenidos y las formas de la política social
están matizados por las tendencias dominantes de las
correlaciones de fuerzas con opciones de poder hegemónico
en los momentos co-constitutivos de las configuraciones sociales
modernas: el estado, la sociedad, la nación, el
régimen político-económico-social-cultural y
el escenario electoral trasnacionalmente sobredeterminados.

[3] Sectores sociales fue el
término mediante el cual el pensamiento social
latinoamericano intentó superar las imprecisiones
terminológicas dadas antes del decenio de los `60, el cual
comenzó a ser sectorizado en atención a la
acumulación de persistentes necesidades humanas en
especial en salud, vivienda,
educación, seguridad y
bienestar social. Lo-social pasó a ser considerado como
una globalidad en virtud de lo cual éste dejó de
ser considerado como lo que no es económico ni racional,
sino, como todo lo que pertenece a la sociedad, a lo colectivo, a
lo societal. En consecuencia, la economía es una ciencia social
y las instalaciones de uso colectivo, desde las alcantarillas
hasta las escuelas y desde los ferrocarriles hasta los
hipódromos son, por lo tanto, sociales. Para un
análisis discursivo, Barrantes (1985).

[4] La  crítica a la
modernidad y la posmodernidad como condición epocal nos
permite dar cuenta de sociedades mayormente complejas y
segmentadas que hace algunas décadas y, aún
más, que antaño. Para un análisis
político, "Nueva Sociedad" (1989:88-169) y desde una
interesante perspectiva de género, De
Barbieri (1990). Ver cita No.13.

[5] La inviabilidad de esta
propuesta ha dado campo a la de un neo-tercer sector ahora ya no
económico, sino, social, en el cual algunos autores ubican
a las denominadas más por persistencia que por
pertinencia, organizaciones no gubernamentales. Ver Barreto
(1996).

[6] Las organizaciones
económicas de base fueron impulsadas sin pretensión
de teorización por dos programas de financiamiento a
unidades de producción popular los cuales, sustentados en
el enfoque de la marginalidad y en
contrapunteo con la noción de informalidad, fueron
ejecutados entre 1974 y 1987 por la Fundación para el
Desarrollo de la Comunidad y el Fomento Municipal (FUNDACOMUN) y
la Corporación para el Desarrollo de la Pequeña y
Mediana Industria y Artesanías (CORPOINDUSTRIA). Ambos
Programas fueron clausurados en 1987 por evidente ineficiencia,
clientelismo y corrupción, en defecto de lo cual se
creó FONCOFIN y los tres programas mediante los cuales se
ha intentado dar cuenta de la problemática aquí
expuesta: el  Programa de Inserción del Joven y
la Mujer de
Escasos Recursos al Proceso Productivo que giró en torno a
la noción de economía asociativa y su
ideología asociativista, el Programa de Promoción y
Apoyo a la Economía Popular y su tipo ideal del
microempresario individual tendencialmente exportador, y el
Programa de Fomento a la Economía Solidaria y su
consigna  solidarista-comunitarista. Ver infra.

[7] Gestado en la
Superintendencia Nacional de Cooperativas, dependencia
descentralizada del Ministerio de Fomento, este Programa fue
transferido a FONCOFIN en abril-mayo de 1995 en
sustitución del Programa de Promoción y Apoyo a la
Economía Popular, a los fines de eficientizar, fortalecer
y ampliar, por un lado, la descoordinada y débil
línea de los proyectos de desarrollo local y, por otro, la
línea de financiamiento a lo que hoy se denomina
Abastecimiento Solidario: ferias de consumo familiar, centros de
acopio y mercados populares.

[8] Actualmente existe un
Anteproyecto de Ley Orgánica del Sector Solidario mediante
el cual se procura crear un fuero socioeconómico similar
al de las cooperativas las cuales quedarían integradas a
la noción del nuevo tercer sector de la economía
venezolana: ya no la economía asociativa, sino, la
economía solidaria. Ver García Müller
(1996).

[9] Este ensayo republicano, que
evoca el Pacto Social de 1948-49 en Costa Rica, fue
institucionalizado mediante el Pacto de Punto Fijo, suscrito en
1958 por los líderes de los tres partidos principales:
Acción Democrática, Social Cristiano-COPEI y
Unión Republicana Democrática, con exclusión
del Partido Comunista, condenado a la clandestinidad.

[10] La formulación de
definiciones taxonómicas de los objetos de estudio ubica a
sus autores en un paradigma de
pensamiento hoy en crisis, el cual considera que el razonamiento
científico es el que se deriva de los resultados =que a su
vez producen efectos reales= observables y medibles del
experimento y la prueba. Este razonamiento presupone que el
científico es el portador de la verdad, mejor dicho, de
las estructuras de
poder que la sustentan, y  que el orden, la forma y el
contenido de los componentes de la realidad social pueden ser
conceptuados dentro de parámetros asumidos como
predeterminados e invariantes. Para una propuesta de rescatar el
racionalismo
del idealismo, ver
Hinkelammert (1987).

[11] Excepción hecha por
los trabajos del CENDES, realizados dentro del enfoque del SIU.
Cariola y otros (1988; 1992).

[12] Este enfoque está
siendo construido sobre la base de la problematización
como exigencia epistemológica del proceso de
producción, circulación y consumo de conocimientos
y de nuevas realidades sociales, la
crítica-autocrítica al método
científico racionalista y empirista, la
incorporación de categorías abiertas de
razonamiento diferentes a las clásicas, y del intento de
refundar las bases de las relaciones de conocimiento. Lo real se
entiende como la realidad objetiva pero socialmente acotada, es
decir, en proceso de redefinición, conceptuación,
simbolización, intersubjetivación y
socialización. El momento de mayor cualificación de
la praxis
constituida como tal en tanto productora de sentido
(significados, intencionalidades y direccionalidades no siempre
concientes pero que nos implican y comprometen). Es el
todo-posible, la racionalidad, total mas no absoluta, de la
siempre inconclusa aproximación del sujeto al
conocimiento, apropiación y potenciación de la
realidad a la que él es lanzado y en relación a la
cual se hace responsable (Heller 1995). El fundamento de lo real
son las relaciones de interioridad pletóricas de
discontinuidades entre sujeto y objeto, conciencia y realidad,
pensamiento y ser, teoría y práctica, poder y
conocimiento; sociedad, estado y nación; entre lo real y
lo ideal; y entre lo económico, lo político, lo
espiritual, lo ideológico, lo histórico y lo
cultural.

[13] Dentro de esta
categoría incluimos a los agentes, que sirven de
simple correa de trasmisión ideológica,
tecnológica y económica en el engranaje motorizado
por los circuitos de producción y acumulación
dominantes; asimismo, a los actores, que representan, a
veces creativamente, papeles sociales que les son asignados
dentro de escenarios que no intentan modificar; finalmente, a los
sujetos, que, estando sujetados, como los anteriores, a
relaciones de poder, construyen altos grados de conciencia
histórico-política y autonomía que les
permite asumir los retos  que pueden conducir a potenciar
procesos de transformación en los niveles que les
corresponden. No se trata de tipos puros, sino, de
posicionalidades que pueden coexistir diferencialmente en una
misma persona
física o jurídica y variar su combinatoria de
acuerdo con los cambios del movimiento social.

[14] En las prácticas
cotidianas (Heller 1972, 1981; Córdova 1995) juega un
papel relevante la construcción de los espacios de la
colectividad, la grupalidad, la domesticidad y la intimidad (este
último por definición, el verdadero fuero privado,
interno, personal, el de la conciencia individual que nada tiene
que ver con el sentido "privado" corporatista o privatista que
políticos, tecnócratas y empresarios a
través de sus ideólogos libreempresariales
reivindican para sí. Para un interesante planteamiento,
ver De Barbieri (1990).

[15] En consecuencia con el
carácter histórico-político del modo de
producción de conocimientos que estamos insinuando,
incluimos a la naturaleza dentro de este sistema, pero
sólo en la medida en que entra a condicionar y a formar
parte de la historicidad de las formas y contenidos que se da la
(re)producción de la sociedad por ella misma (Marcuse
1971:307; Gorz 1994:32-41).

[16] "La elaboración de
los microfundamentos de las explicaciones macrosociales no
sólo aumenta la confianza en las teorías: también las profundiza.
Siempre y cuando admitamos la posibilidad de que haya
múltiples microfundamentos para una determinada
macroexplicación (y…la no reductibilidad del
macrofenómeno a los microfundamentos), el descubrimiento
de los procesos de micronivel a través de los cuales se
realizan los fenómenos de macronivel enriquece la
comprensión teórica" Wright et al. (1990:214).
Lechner (1984:31-35); Giddens (1995:170-175)

[17] Vgr., la sociedad
política, la sociedad civil, el régimen
político, las instituciones, los aparatos
ideológicos y de represión oficiales y civiles, las
relaciones sociales mismas, los líderes barriales,
vecinales y parroquiales, los políticos, los lenguajes y
las aptitudes entre los cuales se encuentran las que no han sido
enseñadas formalmente en virtud de lo cual potencian la
comprensión y el dominio de los
sujetos sobre los resultados de sus actos en coherencia con la
intencionalidad que los fundamenta. La mediación, por lo
tanto, puede a su vez ser mediada por otra que se constituye en
variable contextual de aquélla.

[18] Tales como la socialidad,
estaticidad, culturalidad, politicidad, eticidad, esteticidad,
juridicidad, religiosidad, economicidad y la nacionalidad
venezolanas.

[19] Según datos de CEDISE,
para 1993 el denominado SIU, que no es toda la Economía
Popular, sino, sólo su dimensión más
evidente y publicitada, aportaba a la economía venezolana
no menos del 23% del PIB.

[20] La matización de
esta afirmación está dada por el hecho de que la
historia animal, natural y  social no es teleológica.
Si no, por qué los centros capitalistas planetarios vienen
estimulando estratégicamente, desde hace algunas
décadas, formas de producción y comercio que, desde
el siglo XVI, se supusieron superadas de una vez y para siempre:
vgr., el trabajo a domicilio y el trueque?.

[21] La constatación de
una tendencia a la "clasemediatización" del apoyo a la
Economía Popular nos concitó la siguiente
reflexión: "Están entrando las ONGs en la curva de
inflexión de su productividad que
las lleva a creer que ya llegaron a un techo sin hacer más
y mejor promoción en las comunidades y barrios de
más bajo ingreso?. Están esperando que los clientes
presenten sus demandas ante sus oficinas y escritorios?.
Está tomando cuerpo una desviación al proponerse
algunas la atención crediticia de profesionales liberales
y técnicos superiores en circunstancias en que aún
no se ha comenzado a vencer la distancia que separa la
acción oficial de la población de menor ingreso?.
Se trata de un problema operativo, que se resuelve gerencial y
técnicamente, o, estratégico, que se resuelve
políticamente?. En cuánto tiempo estará el
estado en capacidad de adoptar una política activa para no
seguir a la zaga de sus intermediarios ni de los sujetos de la
Economía Popular?. ¿Qué respuestas debe dar
la Autoridad para promocionar la imágen proactiva de sus
acciones programáticas?". (Barrantes 1992).

Partes: 1, 2
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